Friday, May 19, 2017

Nunca Digas Su Nombre (The Bye Bye Man)



Síntomas: Tres jóvenes universitarios rentan una casa donde se cometieron varios asesinatos en los años sesentas; entonces empiezan a notar extraños eventos relacionados con una entidad maligna que puede manifestarse con la mera mención de su nombre.

Diagnóstico: La primera media hora de Nunca Digas su Nombre inspiró cierto optimismo que contrarrestó parcialmente mis bajas expectativas sobre esta película (cuyo estreno en los Estados Unidos se retrasó en varias ocasiones, lo cual nunca es buena señal). Su premisa es bastante original y nos obliga a contemplar una devastadora disyuntiva moral; la dirección de Stacy Title cultiva una atmósfera tenebrosa que favorece el suspenso en vez de los sobresaltos artificiales (al menos al principio); y los personajes NO son idiotas antipáticos que preferiríamos ver muertos de inmediato. Desafortunadamente el provocativo misterio central de Nunca Digas su Nombre tiende a perder coherencia conforme pasa el tiempo, hasta degenerar en los mismos clichés de "casa embrujada" que conocemos de memoria: sonidos inexplicables, exploraciones nocturnas por pasillos oscuros, sombras siniestras, visiones pesadillescas... y todo ello acompañado por la obligatoria crisis emocional de los tres amigos que apenas resisten el estrés de la situación.
Pero, bueno, al menos la directora conserva la mesura y evita en lo posible que la historia pierda el rumbo. A pesar de tantas escenas prefabricadas (algunos ejemplos: la búsqueda de datos en Internet; la visita a la biblioteca local, el encuentro con la experta que sabe más de lo que dice, etc.) el foco narrativo permanece en las tribulaciones de los tres amigos, atrapados en una situación imposible que podría costarles la vida, a menos que encuentren la solución para alejar al ente que los aterroriza.
¿Quién es ese ente? Buena pregunta. No sé si los productores tuvieron tanta fe en su película que dejaron las explicaciones para una hipotética secuela; o si nunca planearon revelar la procedencia del fantasma/demonio/espíritu porque, a fin de cuentas, no pasa de ser un "mcguffin" útil para provocar algunos sobresaltos y llenar cien minutos con los mencionados clichés de horror sobrenatural. Como sea, la trama se siente incompleta. Aunque francamente no sé si una detallada "historia de origen" hubiera mejorado la situación.
En lo que respecta al elenco, la directora logró atraer algunos nombres famosos (Leigh Whannell, Carrie-Anne Moss y Faye Dunaway), pero solo como adornos humanos en la periferia del relato; algunos son simples cameos de una sola escena. Esto deposita el peso del drama en un trío de medianos actores (Douglas Smith, Cressida Bonas y Lucien Laviscount) que apenas logran expresar la amistad que los une, y la desconfianza y paranoia que posteriormente amenaza con separarlos.
A pesar de un desarrollo tan flojo y rutinario, podemos encontrar algunas virtudes en Nunca Digas su Nombre... aunque definitivamente requiere esfuerzo y buena voluntad. Y tampoco podemos esperar que los efectos rescaten la situación: el diseño del espíritu maligno (interpretado por Doug Jones) no muestra imaginación alguna; las muertes se sienten bastante anémicas; y el escaso "gore" (sobre todo en los "flashbacks" de los asesinatos sesenteros) nunca excede los límites de la clasificación "PG-13".
En resumen, Nunca Digas su Nombre carece de elementos sobresalientes que ameriten una recomendación; pero tampoco sentí que fuera una pérdida total de tiempo. Simplemente fue otra de esas películas con una o dos buenas escenas, apta para pasar un rato ligeramente entretenido, que no tendrá trascendencia alguna ni en nuestra memoria, ni en el género de terror. Durante la película nos advierten mucho que "no repitas su nombre, no lo pienses". No hay problema; después de escribir esta crítica ya lo habré olvidado.
Calificación: 6.5

IMDb

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